Cuba Cinco estrellas

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viernes, noviembre 11, 2011

Superaman esta en La Habana


Hay un Superman de ficción y otro real

El Superman de aventuras surge en New York en el año 1938, o sea ya tiene 73 años de edad, pero no lo aparenta. El de desventuras cincuenta y tanto, mas representa cien.

El Superman real está en La Habana, y también en toda Cuba, pero bajo otro nombre y otro aspecto que serán revelados más adelante.

El semidios, es un personaje ficticio, un superhéroe de cómics que aparece en las publicaciones de DC Comics, considerado ampliamente como un icono de los Estados Unidos. Fue creado por los estadounidenses Jerry Siegel, escritor. y Joe Shuster dibujante, en momentos que el país norteño estaba hundido en una gran depresión.

El Superman ficticio está lleno de simbolismos idealizados, el real da fe de simbolismos materializados.

Al de las tiras comics, los programas de radio y televisión, los filmes, los books comics y video juegos. solo le falta la omnipresencia, pero hasta ahí no llegaron sus creadores por respeto a Jehová. Siegel y Shuster fueron hijos de inmigrantes judíos.

A pesar de la tendencia izquierdista de los creadores, del papel de activista social, de luchador contra políticos y empresarios deshonestos, y hasta de oponerse al Ku Klux Klan, Superman le vino como anillo al dedo al gran capital. ¿Quién no ha soñado con estar dotado de superpoderes para sí y para su nación? Pues este superhéroe cumplía con los requisitos del sistema: Ser el más poderoso hombre o sistema del universo.

Siegel y Shuster lo concibieron para ordenar la moral y ser ejemplo de humanismo; no en balde Hitler lo prohibió en Alemania y en España se le cambió el nombre por Ciclón.

El otro Superman, el material, el que desborda la ficción y convierte en realidad las ansias de poder, el que nace de leyes dictadas por congresistas y se conoce por sus acciones, ese está en Cuba, pero con otro nombre concreto, y con una forma de hacer también concreta.

Este no necesita que el público lo acepte, sino le obliga a que lo acepte.

El Superman de ficción enfrenta el mal, el material juega a las escondidas con el mal.

Aquel aparece como un héroe constructivo, este como un gendarme destructivo.

Al primero, el papel de los deportistas cubanos en los recién finalizados juegos panamericanos, o el desarrollo del décimo cuarto Festival Internacional de Teatro de La Habana, no le produce insomnio; el segundo se desvela para que la Mayor de las Antillas fracase en el deporte, el arte, la ciencia, en fin, en todas las esferas de la sociedad.

Para eso está en Cuba, no físicamente, pero si como un ave tenebrosa que descarga sus garras superpoderosas bajo las más sórdidas intensiones.

La kryptonita debilita las fuerzas del Superman de ficción, la historia la del Superman de imposiciones, historia que tolera la doble personalidad del hombre de acero inventado, pero no la doble moral del superpoderoso fabricado.

No pensar que estos supermanes son opuestos, nada de eso. Más bien se complementan. Ambos se empeñan en el mismo superobjetivo: La dominación, sólo que uno la edulcora y el otro la amarga.

Por falta de espacio queda pendiente el verdadero nombre del Superman real para otra meditación sobre trampas y tramposos.

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